
nunca hubo sábanas.
Lo nuestro era un juego
de poker de piernas,
tú escondías tus deseos
mientras yo mostraba mis cartas
abiertas di amantes:
diamantes y corazones.
Y aunque finjiamos no amarnos
ambos sabíamos
lo que escondía nuestra mirada,
en ese incesante intento
por ganarnos el alma.
0 comentarios:
Publicar un comentario