martes, 18 de agosto de 2009

QUE NI ME LO CREO!!!

Ok, estoy que hago una fiesta.
Resulta que tengo un primo al que quiero muchísimo, es una persona de lo más linda, alegre, trabajador, bueno super lindo.
Él vive en Los Ángeles y un día fui a visitarlo a su casa porque andaba con un amigo en unos pitchs de cine.
Total que en ocasiones perdemos el contacto mi primo y yo porque vive lejos y eso.
Pero yo siempre le escribo aunque no me conteste jejeje, nos queremos mucho. Y hoy recibí la noticia que mi primo me ha conseguido quien lea uno de mis guiones, mi primo trabaja enfrente de la CBS, y estoy que no me lo puedo creer!!! Es increíble, me siento de lo más feliz, espero que todo resulte bien y ya luego les contaré. Estoy super contenta. Te quiero mucho primito mío.
I LOVE U SO MUCHO jejejeje :)

* Fotografía de Pink Sherbet

viernes, 7 de agosto de 2009

CREO QUE...


"Los viernes
son la invitación más dulce
a detener nuestra vertiginosa carrera
hacia la nada".

Liza Di Georgina

jueves, 6 de agosto de 2009

UÑAS

Las manos de Sonia eran muy bellas, delgadas, blancas, delicadas. Sus dedos largos eran el marco perfecto para unas uñas de concurso. Por eso Sonia siempre usaba las uñas largas y los esmaltes de moda: naranja, dorado, rojo quemado. Nada de french ni colores carne. ¡Al diablo con la discreción! Finalmente si podía recibir un cumplido de algún desconocido, después de escuchar mierda de su marido todo el día, bien había valido la pena todo el trabajo.
Una mala mañana a Sonia se le fracturó una uña mientras trapeaba agobiada porque el imbécil de su marido no tardaba en llegar y ella había tenido que hacer el arroz dos veces porque la primera le había salido batuqueado y seguro que el energúmeno se lo aventaba en la cabeza si no lo veía enterito y seco.
Sonia lamentó muchísimo la perdida de su uña, por eso fingió que iría al súper a comprar leche, cuando en realidad quería respirar un poco de aire.
-Que lindas uñas –le dijo una desconocida. -¿Son suyas?
-Sí.
-Se le ven preciosas, ¡ay! Pero se le rompió una… ¡que lástima!
Sonia se dio la media vuelta y se fue, entonces apretó el monedero en sus manos y se puso en camino al salón de belleza de la esquina, por primera vez en su vida.
-¿Ponen uñas? –Preguntó al entrar.
-Sí, señito, pásele por aquí.
A pesar que la estilista quiso convencerla de que sólo se pusiera una uña, Sonia insistió en que le cortaran todas y le instalaran las de acrílico.
Y así fue. Sonia se sentía como una estrella con sus uñas de puntas de diamante, tanto que al caminar por la calle recibió más de dos piropos de unos tipos que lo menos que le vieron fueron las uñas, pero ella estaba convencida que esa era la causa.
Al día siguiente la dependienta del salón de belleza de la esquina compró el periódico con unas galletas de chocolate.
Después de ojear unas páginas casi se atraganta.
-Samanta, ¿qué no es esta la clienta que vino ayer?
-A ver.
En el periódico se explicaba que la mujer había fallecido debido a los golpes en una disputa doméstica.
Lo que el pasquín no decía era que Sonia se había hartado de ser la sirvienta maltratada de la casa. Y que cuando el cerdo de su marido le reclamó por gastarse el dinero de la casa en “esas pinches uñas de bruja”, ella se defendió como pudo, pero por desgracia sus uñas con punta de diamante, esas que parecían de estrella de cine, eran mucho más frágiles que las suyas, y de poco le sirvieron al momento de repeler el ataque.
A los 32 años, y en sus últimos momentos, Sonia aprendió que no hay nada mejor que rascarse o pelearse con sus propias uñas, y que lo más recomendable es afilarlas a menudo.

CREO QUE...

Lo único que quiero
es lo que toda la gente quiere.
Amar locamente
y que me amen,
de los pies a la cabeza.

Liza Di Georgina.
(Fragmento de mi guión Espejo Retrovisor)

martes, 4 de agosto de 2009

MI PELÍCULA: ESPEJO RETROVISOR

domingo, 2 de agosto de 2009

LOS ZAPATOS

Los astros parecían haber escuchado las plegarias de Elena ahora que su hermano se mudaba de casa. En los últimos tiempos las peleas campales entre los dos adolescentes eran tan usuales como las 3 comidas del día.
Que si porque dejas los calzones en el baño, que ¿quién se terminó el kornfleiks?, que si dejaste la puerta abierta, que si te toca sacar la basura, que bájale a la música, que te apestan las patas, que toma, toma y toma más.
Por eso, cuando Ricardo anunció que se iría a su propio departamento Elena no disimuló su entusiasmo y comenzó a planear lo que haría con el espacio libre de la casa.
-Mamá, podemos hacer un estudio en el cuarto vacío, o un gimnasio, ¡sí, un gimnasio!
Miles de posibilidades surcaron alegremente por la mente de Elena mientras su madre la escuchaba silenciosa.
Ricardo era un pesado, que se creía saberlo todo y además siempre insistía en decirle a Elena lo que tenía que hacer. De ahí los largos días de la ley del hielo que dificultaban la convivencia familiar más de lo normal.
-Pásame las tortillas Elena.
-Mamá, dile a “tu hijo” que si quiere tortillas que las agarre él.
-Mamá, pues dile a “tu hija” que si no me da tortillas le voy a dar un tortazo. –mientras la pobre madre trataba de arreglar las líneas del teléfono descompuesto.
Así que cuando Ricardo comenzó a meter todas sus pertenencias en cajas, Elena se fue al centro comercial con sus amigas para escoger los aparatos deportivos de su nuevo gimnasio.
Cuando Elena llegó a casa Ricardo ya se había ido, y lo único que quedaba de él eran un par de zapatos viejos que no se llevó, y que dejó a un lado del bote de basura para que los tomara alguien necesitado.
Elena miró los zapatos un largo rato y después de recorrer el cuarto vacío de Ricardo, llevó los viejos zapatos bajo su cama. A ella le hacían falta, para sentirlo cerca con el olor de sus patas hediondas, ahora sabía lo mucho que extrañaría a ese pesado.

CREO QUE...



Podrán robar tu trabajo
pero jamás podrán plagiar tu talento.
.
Liza Di Georgina DR



*Imagen de internet
 

©2009 Liza Di Georgina | by TNB