martes, 28 de julio de 2009

CREO QUE...



Si lo que tienes es lo que te define como ser humano,
cuándo lo pierdas no sabrás quién eres.
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Liza Di Georgina

viernes, 24 de julio de 2009

CONDENADA AL ANONIMATO

Historia veridica, VERIDICA, un día caminaba yo con mis 22 años a cuestas y revestida de inocencia por las calles de Amsterdam. Usaba un vestido rosa y alpargatas desgastadas de recorrer el viejo mundo. Después de ver cientos de galerías decidí que quería exponer mi trabajo, después de todo yo había estudiado en Bellas Artes de mi ciudad desde los 8 años y ya contaba con exposiciones pictoricas en México y Estados Unidos.
Además tenía ya un mes en la ciudad de los Paises Bajos y había amasado una buena cantidad de obras plásticas.
Entré en una galería, había un hombre gordo, blanco y ceboso muy de traje y sentado detrás de un escritorio negro.
El tipo me miró de arriba a abajo, no con deseo (porque tenía facha de homosexual fetichista), sino casí con incredulidad.
-Quiero exponer -le dije, así directita como soy, -soy pintora. -El sujeto contuvo el aliento.
-Aquí solo exponemos a pintores muertos o famosos -dijo finalmente.
-Aun no soy famosa, pero me puedo morir pronto -no pude contenerme y me reí. El gordo me miro con seriedad.
-Entonces hablamos.
-Bueno, gracias -creo que el sudoroso ni siquiera se dio cuenta de la tonteria que había dicho, ya me veía yo de fantasma yendo a hablar con ese tipo. ¡Hasta cree! que iba a perder mi tiempo de muerta en buscar a ese. Nel, ya para ese entonces, él, su galería, las exposiciones, los cuadros, la fama y la lana, me iban a valer tres chin...
Ya de muerta me iba a dar el lujo de ver los lugares que no conocía y que el marrano ese se metiera la fama y el reconocimiento postumo por su gordo y apestoso...

EL ECO

Isa pensaba en Matama, la bruja de enseguida. Matama no era su nombre pero Isa la bautizó un buen día, después de que se convenciera que esa mujer era una bruja. Y no porque hiciera hechizos, era otra clase de bruja, de esas mujeres que se vuelven como pasas por dentro, amargas y marchitas, y que luego avientan toda esa amargura a los que osan mirarlas a los ojos.
Aunque pensándolo bien Matama bien podía ser una bruja de esas que hacían pociones en los calderos, con ese horrible pelo negro, crespo y largo hasta las corvas, y con esas manos huesudas que siempre querían lastimar.
Isa se reía en secreto cuando pronunciaba su nombre: Matama. El nombre había surgido un día que Paty, la hija de Isa, tenía 3 años y vio el retrato de la bruja del Mago de Oz, y gritó ¡Matama, matama! Seguro la pobre chiquilla quería decir mamá esa mata, pero juntó las palabras y así nació en nombre de Matama.
Isa piensa en Matama, sobre todo cuando esta bruja cotidiana le grita a su niño: ¡Callate, me das dolor de cabeza!, para luego darle una buena tunda.
Isa sabe que Matama lamentará esas palabras más temprano que tarde.
Plump, plump, ja ja ja…resuena un eco agudo en la parte de arriba de la casa de Isa, después: pas pis pis, ja ja ja unos pasitos que corren descalzos, y dos o tres cosas que caen al suelo.
Crash, pling, crash, seguidos por el silencio.
Luego de un rato el eco de los resortes de la cama inicia de nuevo la trifulca.
-Niñas. –dice Isa con sonrisa de satisfacción. –Mis niñas.
Isa se sienta en el sillón para escuchar complacida el trayecto del eco que revolotea por el piso superior. Y a la hora de la comida prepara los platillos favoritos de las niñas, caldito de pollo para Paty, lentejas para la bebé.
Luego sirve los platos: 3, y correr por las escaleras para buscar a las niñas.
Arriba todo es silencio, el eco de los pasos y los juegos se ha ido, Isa regresa al comedor y piensa en las niñas que ya son mujeres.
Guarda los platos por si ellas vienen de visita: caldito de pollo para Paty y lentejas para Claudine.
Dicen que las casas guardan los sonidos de los que vivieron en ellas, Isa sabe que es cierto. Aun puede escuchar el eco de las pequeñas corriendo, jugando con el agua, botando la pelota y rompiendo los adornos.
-¡Crecieron tan rápido! –murmura a menudo Isa mientras se rodea de recuerdos.
-Que tonta Matama que quiere un niño callado, el pequeño va a crecer tan pronto, que cuando lo haga ni el eco de su risa la acompañará luego.

miércoles, 22 de julio de 2009

CREO QUE...


Cada individuo
es la expresión constante
de su historia.
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Liza Di Georgina

miércoles, 8 de julio de 2009

HISOPOS

Siempre he sido olvidadiza, si voy al súper tengo que recorrerlo TODO. Y no es que lo considere mi mejor paseo, que me guste gastar de más, hacer ejercicio en interiores o perder el tiempo.
No, lo que sucede es que me da una rabia regresar a casa después de las interminables horas en las cajas del supermercado sólo para darme cuenta que se me olvidó el azúcar y la limonada me sabe a desgracia.
O que por no pasar por el departamento de perfumería me tengo que lavar el pelo con espuma de rasurar al día siguiente.
Es desesperante tener que regresar al súper con cara de idiota mientras sientes que los policías, los empleados de piso y los cajeros te ven con mirada de dejá-vu, como diciento "¿Qué no había pasaro ésta ya por aquí?
Luego, tú te haces chiquita y sonríes con nerviosismo. Las menos de las veces les comentas a manera de justificación "es que se me olvidó el jamón".
Claro que al cajero le importa un pepino lo que le dices, y de seguro ni te entiende el contaxto, pero tú lo dices para que no piense que eres una delincuente y que vigilas el mercado para asaltarlo.
Pues resulta que entre las cosas que había olvidado hace dos semanas del súper estaban los cotonetes, o como genéricamente los llaman: hisopos.
Y después de cuatro interminables horas de empujones y pestilencias en el mencionado establecimiento, muy dignamente me negué a regresar ese bendito martes de frutas y verduras.
Por lo que para el viernes yo ya estaba retacada de cerilla, de por sí, no escucho muy bien, pero ese día escuchaba menos.
La historia es que mi marido se paró frente a mí, y yo estaba segura que me iba a buscar pleito por los de los cotonetes, pero no fue así. Él comenzó a hablarme sereno y bajito, y para no admitir yo que había olvidado los hisopos me hice como que lo escuchaba mientras yo intentaba destapar mis orejas con el dedo y asentía.
Estaba segura que en su breve monólogo me había comentado los pormenores de su viajr, porque luego él tomó una maleta y se fue.
Seguramente me explicó que a donde iba no tendría teléfono en tanto yo luchaba con la viscosidad que se alojaba en mi tímpano, porque se fue por más de una semana y no me llamó.
Yo no me atreví a marcarle al celular, porque seguro se molestaba por mi falta de atención a sus instrucciones.
Decidí no preocuparme por nada. En fin eso me pasa por olvidadiza y floja al no querer regresar al súper por los mentados cotonetes.
Pero el tiempo transcurrió de prisa porque estuve muy ocupada con los arreglos de primavera en la casa.
El siguiente martes de frutas y verduras al primer lugar que llegué fue al departamento de farmacia y agarré los hispos.
-Esta vez no se me olvida -como si lo pobres palitos con punta de algodón se me fueran a escapar corriendo. -¿Por qué les llamarán hisopos? Se oye feo. Cotonetes suena igual de raro pero más simpaticón, al menos.
Así que llegué a casa y orgullosamente saqué los cotonetes de las bolsas del mandado y empecé a limpiarme las orejas. Usé más de 6, tres para cada caverna invadida. Miré con satisfacción la mugre amarilla que había desalojado de mi cuerpo y en eso entró mi marido. Seguro que le fue muy mal en el viaje porque llegó pálido, tímido y me abrazó. Me dijo muchas cosas cursis y bonitas, que me amaba, que no podía vivir sin mí, que bla bla bla.
Le di gracias a Dios por haberme acordado de comprar los hisopos, de lo contrario me habría perdido de la muestra de amor más vehemente en todos mis años de matrimonio por parte de ese tipo osco y callado. Yo lo abracé. Él parecía sorprendido y aliviado, hicimos el amor en la sala y bueno...
Sí quisiera saber ¿qué le pasó en el viaje a mi marido para que regresara tan cambiado? La malpensada de mi madre dice que seguro que se había fugado con otra mujer y lo que me dijo antes de irse fue un discurso de despedida, de esos de "no eres tú soy yo", "es que esto no ha funcionado desde hace mucho tiempo" "vamos a darnos un tiempo" y no sé que más.
Yo creo que ojos que no ven y oídos que no escuchan por estar retacados de cerilla, pues corazón que no siente, así que prefiero no pensarlo demasiado, sobre todo ahora que no tengo tiempo ni de preguntarme ni de preguntarle, porque seguro que en menos de 15 minutos se levanta de la siesta para ir al baño, y a mí se me olvidó el papel sanitario. Pero no me vuelve a pasar, hoy sí me regreso al súper.

viernes, 3 de julio de 2009

DEL AMOR Y OTRAS...


Los mejores amores, por mucho,
son aquellos que permanecen intocables,
aquellos a los que ni siquiera el tiempo puede corromper un poco,
los amores imposibles, los platónicos,
los que te golpean en el estómago
y la entrepierna,
los amores que saben a comida china: agidulce. Así es.
Los otros pobres amores,
los de verse y tocarse a diario,
los de olerse y tener sexo,
son mayugados por la realidad,
son dispersados por las palabras,
por las implacables pezuñas del paso de los días
que los van moliendo hasta convertirlos en algo distinto que,
finalmente, ya ni siquera podemos reconocer.

jueves, 2 de julio de 2009

Y ABAJO DE LA PIEL...

A
Alergías: Sí tengo pero nunca las he tomado en cuenta.
Amas: Muchísimo, a todo, pero así como amo: odio: sorry, es el balance.
Amor a primera vista: Sí, me gustan las mariposas en el estomago aunque sea por una mentira.
Altura: (la mía nunca lo sabrán, que para eso me torturo con tacones) yo la cuento de la cabeza para arriba como Napoleón.
B
Bailas: Sola y frente al espejo, también canto :P
Bailaste bajo la lluvia?: Seguro!
Bailaste en medio de la calle?: Obvio, en la calle y bajo la lluvia ¿dónde más? jeje.
C
Cantas bien?: No creo... pero me gusta!
Cerveza: No.
Cumpleaños: septiembre 5
Comida: toooooda, menos el huevo guack.
Crees en ti mismo?: Siempre.
Crees en la vida en otros planetas?: A veces.
Crees en milagros?: Sí, sobre todo cuando necesito uno.
Crees en magia?: En la de la vida sí, en la de los magos no.
Crees en Dios?: Claro! No me quiero ir al infierno ahora que cancelaron el limbo jejeje.
Crees en Santa Claus?: No :(
Crees en espíritus o fantasmas?: No, mienten demasiado, ¡imposible creerles!
Caramelo: Casi no me gustan...
Color: Morado y sus versiones: vino, uva, magenta, blah blah.
Chocolate blanco o negro?: Cafecito.
Caracteríztica visible de tu pelo?: Que nunca lo traigo suelto.
D
Día o noche: noche siempre.
Dices muy seguido: sabes que... ¿qué crees? aja, mjm, chingada madre, cabrones, mi vida, cielito (que contraste ¿no?)
Dormiste fuera de casa: Sí, felizmente sí.
E
Estado en un escenario?: Sí, pero dando discursos, presentando libros, así.
Estuviste enamorado?: Varias veces.
El miedo más grande: A una enfermedad que me separe de mi familia.
Escapaste del colegio?: Descaradamente, muchas veces. jejeje.
F
Feliz: a ratos.
Fumas: no.
G
Gato o perro: los dos.
H
Hoy o mañana: hoy.
I
Instrumento musical: violín.
J
Jugo o gaseosa: Gaseosa de dieta.
K
Kickboxing o karate: ninguno.
L
Lugar donde te gustaría vivir: Canadá, Italia, Paris...
Lees?: Algo.
M
Mejor sentimiento del mundo: la plenitud.
Mejor clima: lluvioso.
Metas: Miles.
N
Número: cualquiera.
Número de piercings: 0 :(
Número de tatuajes: 0 :(
O
Ojos: 2, a veces amielados, a veces azules.
Odios: temporales, son los mejores.
P
Películas: Muchas...
Primera vez que en realidad amaste a alguien: Cuando nació mi hija.
Pepsi o coca?: Me da igual.
Q
Quejosa: Emocionalmente mucho, físicamente nada.
R
Realitys de Tv: ninguno.
Reíste tanto que lloraste?: Muy a menudo.
S
Signo del zodiaco: Virgo.
T
Te duermes a las: 2 am.
Tienes un diario: mis hijas, esas se acuerdan de toooooodo.
U
Un beso: Sabritas, a que no puedes dar solo uno.
V
Vegetal que amas: el tomate, a huevo!
Y
Yogurt: En nieve no más.
Z
Zoologico: ¡Me encanta!

miércoles, 1 de julio de 2009

LA MUJER DE BLANCO

La mujer de blanco cruzaba la puerta de su recamara cada noche.
Se paraba al borde de la cama y le sonreía.
Ella abría sus pequeños ojos y escuchaba cada noche sus historias.
Eran cuentos increíbles donde niños y niñas se jugaban la vida.
Las manos de la mujer de blanco siempre olían a jabón y estaban calientitas,
le tocaban los pies y jugaba con sus deditos.
Entonces sus pies crecían alas y volaban por pasillos muy claros donde la mujer de blanco estaba siempre.
Alguna que otra noche la mujer de blanco le decía poemas.
Y entre anecdotas y recuerdos la niñita se dormía,
perdonando un poco que debía compartir a su madre, la doctora que vestía de blanco,
con otros niños y niñas que se jugaban la vida en el hospital, casi hasta el anochecer.
 

©2009 Liza Di Georgina | by TNB