
Además tenía ya un mes en la ciudad de los Paises Bajos y había amasado una buena cantidad de obras plásticas.
Entré en una galería, había un hombre gordo, blanco y ceboso muy de traje y sentado detrás de un escritorio negro.
El tipo me miró de arriba a abajo, no con deseo (porque tenía facha de homosexual fetichista), sino casí con incredulidad.
-Quiero exponer -le dije, así directita como soy, -soy pintora. -El sujeto contuvo el aliento.
-Aquí solo exponemos a pintores muertos o famosos -dijo finalmente.
-Aun no soy famosa, pero me puedo morir pronto -no pude contenerme y me reí. El gordo me miro con seriedad.
-Entonces hablamos.
-Bueno, gracias -creo que el sudoroso ni siquiera se dio cuenta de la tonteria que había dicho, ya me veía yo de fantasma yendo a hablar con ese tipo. ¡Hasta cree! que iba a perder mi tiempo de muerta en buscar a ese. Nel, ya para ese entonces, él, su galería, las exposiciones, los cuadros, la fama y la lana, me iban a valer tres chin...
Ya de muerta me iba a dar el lujo de ver los lugares que no conocía y que el marrano ese se metiera la fama y el reconocimiento postumo por su gordo y apestoso...
0 comentarios:
Publicar un comentario